Bruno Della, lanzando a portería. Fotografía: BM Zaragoza.
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ZARAGOZA | El Contazara Zaragoza ofreció una actuación sobresaliente en su duelo ante el UBU San Pablo Burgos 2031, uno de los principales favoritos al ascenso a la Liga ASOBAL. En un polideportivo lleno de emoción y entrega, los de Mariano Ortega vendieron cara la derrota y cayeron por un ajustado 31-33, dejando claro que tienen armas para competir contra cualquiera.
El enfrentamiento, que contaba con la presencia del seleccionador nacional Jordi Ribera en las gradas, no decepcionó. Desde el pitido inicial, ambos equipos ofrecieron un balonmano de alto ritmo, tácticamente exigente y lleno de alternativas en el marcador.
El UBU San Pablo Burgos mostró desde el inicio su capacidad física, profundidad de banquillo y calidad en la primera línea, con potentes lanzamientos exteriores y una defensa muy trabajada. Sin embargo, el Contazara respondió con orden, intensidad y creatividad ofensiva, obligando a los visitantes a emplearse a fondo.
El Contazara no se arrugó
Lejos de amedrentarse ante una plantilla diseñada para volver a la élite, el conjunto aragonés discutió cada balón, encontrando soluciones en ataque y exhibiendo una defensa solidaria y un portero muy inspirado en momentos clave.
Cada intento del Burgos por abrir brecha fue respondido por los locales con personalidad y madurez. El partido llegó igualado a los últimos cinco minutos, con el Contazara empatado en el marcador y haciendo temblar al coloso burgalés. Solo la experiencia y el oficio visitante inclinaron la balanza en el tramo final.
Jordi Ribera, seleccionador nacional, quien asistió al partido. Fotografía: BM Zaragoza.
Una derrota que refuerza
Más allá del resultado, el mensaje que deja este partido es rotundo: el Contazara Zaragoza está creciendo, tiene carácter, y se atreve a competir de tú a tú con los más fuertes. El rendimiento colectivo dejó satisfechos a los aficionados y refuerza la confianza del grupo de cara al resto de la temporada.
La derrota por 31-33 quedará como una anécdota en un partido que reflejó el potencial del equipo y su ambición por seguir mejorando. Porque, como se demostró este sábado, cuando se juega con orden, fe y entrega, hasta los gigantes pueden tambalearse.