El Reus sabía cómo poder adelantarse y por eso se encontró con ello, tras incomodar el área de Sergio Herrera. Un Huesca muy largo; sus líneas estaban demasiado separadas, Samu Sáiz teniendo que hacer demasiado recorrido y Jesús Valentín superado por Carbià. Más complicado se le ponía el partido a los azulgrana con la lesión de Aguilera (37′) y siendo Bambock quien lo sustituyera. Necesitado de balón y de tener el control, Anquela optaba por un futbolista de recorrido y limitado posicionalmente, además variando el esquema al 4-3-3, quedando el franco-camerunés como pivote único.
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No realizó Anquela ningún cambio tras el paso por vestuarios. Ni la opción de Alexander González como lateral y Ferreiro por delante se le pasó por la cabeza. Un Reus que desplegó un fútbol de categoría menguó, como era de esperar, sus prestaciones en cuanto al ritmo de juego. Sin embargo, el Huesca ni sabía y, por tanto, ni pobía aprovecharse porque ese cambio de sistema y la entrada de ese futbolista provocaban que Melero estuviese fuera de sitio, que Bambock quedara solo y vulnerable ante un Reus centrado y que Samu tuviese que aumentar todavía más su recorrido, yendo abajo a buscar el esférico y teniendo que llegar arriba a desequilibrar.
Fue un milagro que Samu Sáiz hiciese lo que hizo en el segundo tiempo cuando no solo el esquema ‘lo mató’, sino que el propio Anquela llegó a ‘machacarlo’ manteniéndolo en el interior izquierdo, costado por el que penetraba el Reus con insistencia, el carril más ofensivo de los ‘roig i negre’. Ferreiro (60′) sustituyó a Alexander y después fue David López (68′) quien hizo lo propio por Vadillo. Ahí, Samu pasó a jugar en banda, terminando en la derecha, y Natxo González le dio oxígeno a los azulgrana retirando a Carbià del terreno de juego.
Ante tal contexto, el Huesca dio un pequeño paso al frente, motivado por el resultado y por el deseo de lograr el empate, más anhelado que fundado, y se encontró con aquello con lo que se topan los equipos grandes cuando no están jugando un buen partido y tienen un resultado desfavorable: esa flor, que en El Alcoraz resultó ser penalti, expulsión y gol. Samu firmó las tablas y, consecutivamente, Melero remontó un encuentro demasiado en contra para ello.
No lo mereció el cuadro azulgrana no por su puesta en escena en el segundo acto, sino porque Anquela no ofreció a su equipo situaciones para ello. Pero, sí que lo mereció el rubio. Lo mereció Samu, y así es el fútbol. El Huesca no se sobrepuso por argumentos tácticos; esta vez, el propio fútbol le sonrió, como a los grandes. Récord, a seguir, y a soñar.