Ángel Salamanca | Foto: desnivel.com
La expedición se ha alejado de los parámetros habituales en los que se mueve actualmente el alpinismo, ya que ante la escasez de recursos económicos y materiales, no han contado con porteadores, sherpas o cualquier otra ayuda logística de agencias locales. La expedición ha sido totalmente autofinanciada y tan simple como un vuelo de ida y vuelta a Katmandú, la capital nepalí, un viaje en autobus y el correspondiente permiso de escalada. Este hecho ha llevado a los dos alpinistas a calificar a este «nuevo» estilo, y de paso a la ruta de ascensión, como Alpinismo Vagabundo.

Ya en la montaña, montaron tres campamentos. Un primer campamento a 4.800 metros, el campo base a 5.300 metros, lugar desde el cual lanzaron el asalto a la cumbre, y un campo avanzado a 5.600 metros que les sirvió como aclimatación a la montaña. En palabras del propio Ángel, «no es un pico técnicamente difícil, pero duro psicológicamente debido a sus 70º de inclinación máxima y al hecho de estar muy expuesto a enormes seracs y continuas avalanchas de polvo y de placa». Las condiciones meteorológicas tampoco acompañaron a la jóven cordada, el fuerte viento reinante en la zona y los 15º bajo cero que se encontraron durante la escalada dificultaron el avance a lo largo de toda la jornada.
Para Ángel Salamanca no ha sido esta la primera vez en pisar una cumbre virgen, ya que hace ahora un año y en compañía del ochomilista portugués Joao García, abrieron en estilo alpino una ruta (Jaime) a otro seismil situado entre el Tawoche y el Cholatse, en la región del Khumbu.
A partir de ahora y gracias a este hecho, los boltañeses tienen otro motivo de orgullo. El nombre de su histórico pueblo va a estar para siempre en las más altas montañas del mundo. Allá, junto al esbelto Ama Dablam, una de las montañas más espectaculares del planeta, quien ascienda a los 6.430 metros de esta montaña también podrá decir que ha estado en Boltaña.
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