Por contra, gran parte de los aficionados hemos querido encontrar consuelo al hecho de no conseguir el objetivo aventurando que, al disponer de más tiempo de planificación, desde el club y la dirección deportiva se podría confeccionar una mejor plantilla.
Esta doble lectura me recuerda a la leyenda china que cuenta que había un campesino que trabajaba la tierra con su hijo. Un día éste le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? – respondió el padre – veremos lo que trae el tiempo…
A los pocos días el caballo regresó acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! – exclamó esta vez el muchacho – Nuestro caballo ha traído otro Caballo.
– ¿Por qué le llamas suerte? – preguntó el padre – Veamos qué nos trae el tiempo.
Unos días después, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, lo tiró al suelo. El chico se rompió una pierna. -¡Padre, qué desgracia! – exclamó ahora el muchacho – ¡Me he roto la pierna!
Y el padre sentenció: -¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!
Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del Rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y pasaron de largo.
Como ocurre en esta leyenda, solo el paso del tiempo nos dirá si del fracaso de esta temporada se ha aprendido y este paréntesis es clave para la preparación de la siguiente. De momento, nos toca sufrir el castigo de afrontar los últimos partidos del curso y esperar que sean mejor que el de Tenerife. Eso… o poner el tenis.
Pablo Pueyo Canalis