ZARAGOZA | Las sombras del Real Zaragoza se explican desde sus laterales, con Dani Tasende e Iván Calero en su peor momento. Aunque sea todavía más pobre, el rendimiento de Calero parece más sencillo de explicar. Es un jugador de equipo y, como tal, es esclavo del colectivo. Tasende siempre fue de otra pasta: anárquico, genial, especial en todas sus facetas.
Indomable de principio a fin, ¿cómo se explica que un futbolista de la zaga sea el mejor atacante y al mismo tiempo el peor defensa? Esa pregunta se responde con un solo apellido: Tasende. Y encaja en un futbolista inclasificable, que tiene el mejor pie de la plantilla y el menor rigor táctico. Quizá por esa noción Ramírez eligió un sistema impopular, diseñado para potenciar las virtudes del gallego, para sorprender con su imaginación y progresar a través de su pie izquierdo. No salió bien entonces y tampoco ha funcionado ahora, con un Zaragoza hundido en el ánimo y en todos los resultados. En el plano emocional, Iván Calero parece más desenfocado que Dani Tasende. Bloqueado por el juego, falla en las acciones más elementales y también en las más complejas.
Confuso y desorientado por los resultados, Ramírez se ha equivocado tanto en su discurso como en sus planes. Frente al Almería se plantea una vuelta al origen, al modelo de tres centrales, para potenciar a dos laterales que no han lucido en el lateral. El caso de Iván Calero es toda una paradoja. En el inicio pareció indestructible, un soldado de hierro. Ahora, se ha vencido y parece vivir una depresión sin precedentes. No hay tristeza en Dani Tasende y sí un punto de inconsciencia. Basta revisar su partido ante el Eldense para definirle. Fue el atajo hacia los goles, en los dos lados del campo. Si con esa idea no alcanza para explicar su juego basta una conclusión, que define la temporada del gallego. Tasende ha demostrado en Zaragoza dos cosas: que es un gran futbolista y, al mismo tiempo, un mal lateral.