ZARAGOZA | Gabi Fernández le puso ayer palabras a su continuidad, plazos a la pretemporada del Real Zaragoza. Quiso esconder sus cartas en el mercado, convencido también de que será un verano largo, en el que las mejores noticias pueden llegar a última hora. Hasta ese punto, el Zaragoza debe aligerar su masa salarial, rehacer su plantilla. Y mientras tanto vive una carrera a contrarreloj, en la que admite que llega tarde. La pretemporada tiene fecha de inicio, 11 de julio, pero no una ubicación.
No había trampas en su discurso y sí una queja velada. La lentitud del aparato del Real Zaragoza le hace ser impuntual en muchas cosas, en algunas cuestiones fundamentales. “Voy a tener que ser paciente”, dijo Gabi en un discurso que perdió fuerza con el paso de las respuestas. Su mejor huella quedó en el inicio, cuando aclaró que el año de continuidad es una decisión exclusivamente suya. El motivo es el mismo que le trajo en marzo a La Romareda: ayudar al Real Zaragoza.
Cunde la sensación de desamparo, de una reformulación del club y de sus objetivos. El discurso se ha modificado y el perfil bajo se impone, como si el ascenso hubiera dejado de ser un recurso y fuera más bien un derecho. El salto de un lugar de la tabla al opuesto parece casi imposible, un fenómeno solo frecuente en La Segunda División. Basta revisar los dos últimos años para descubrir a Leganés y Mirandés en ese lugar de la escena. Los dos tuvieron en común una idea: aspirar a los 50 puntos antes que cualquier otra cosa. Probablemente ellos también tardaron en elegir el lugar de su pretemporada.
El Zaragoza busca repetir esa idea: que su perfil bajo sea un arma secreta. Que el plan de mínimos pueda ser también un máximo. En su modelo no solo hay convencimiento, sino un punto de superstición. Sirve para reflejar una paradoja, una batalla entre dos filos. Si en los últimos cinco años el Real Zaragoza siempre peleó por la permanencia, ¿qué argumentos hay para creer que se puede soñar con todo lo contrario en el sexto?
La otra cara de la moneda refleja una aspiración, un deseo recurrente. El Real Zaragoza es ya el decano de Segunda, pero sigue jugando en una categoría que no le pertenece, de la que siempre tiene que querer salir. Coartar ese sueño antes de que el curso empiece es de una crueldad intolerable. Eduardo Galeano, un inolvidable escritor de fútbol uruguayo, dejó una frase que resume la contradicción: “podrán prohibir el agua, pero no la sed”.
Y la sed del Zaragoza siempre será la misma.