ZARAGOZA | El Real Zaragoza perdió en su estreno, en un partido que masticó y en el que probablemente no mereció perder. El problema es que el fútbol nunca entendió de justicia y esa era una lección que debía enseñarle el Zaragoza, decano de la categoría, a un recién llegado a la Segunda División. El cambio de papeles fue tan evidente que el equipo de Gabi mostró buenas intenciones, pero poco colmillo, con hasta tres ocasiones claras que nunca debió fallar.
Tras una derrota es difícil extraer lecciones positivas, pero las hubo en el Reale Arena. Entre ellas Paulino de la Fuente merece una mención aparte. Mostró talento y valentía para asumir la responsabilidad. En su fútbol hay regate hacia los dos perfiles y un centro tocado y venenoso, huérfano de grandes rematadores. Quizá le faltó frescura en la segunda mitad, pero su zurda se mantuvo como la mejor promesa. Puede ganar el partido por su cuenta, dijo Gabi al acabar el encuentro. En esa línea se encontraron los tres futbolistas del Real Zaragoza, con Aketxe en el sitio del pase y Moyano en el desborde. Mezclaron tan bien que probablemente cambiaron el guion que estaba escrito: trazado desde la verticalidad y marcado finalmente por la pausa.
Entre las mejores sensaciones cabe destacar la aparición de Juan Sebastián. Riguroso y con calidad para ganar el pasillo interior, mostró que es un jugador en crecimiento. Tiene mucho y lo está empezando a demostrar. En la segunda mitad, mostró otra faceta de sus registros: puede adaptarse a la defensa zonal y ser el corrector que este Zaragoza necesita. Los defectos quedan marcados por el gol que marcó el Sanse, con Ochieng en el punto final. El equipo quedó muy mal parado tras la pérdida, con muchos futbolistas en la misma línea del balón y sin oficio para detener el contragolpe. La transición defensiva no se pudo ejecutar peor.
Entre los defectos de esa zaga están los defectos a campo abierto. Falta velocidad y aceleración para gestionar su espalda, recursos para afrontar las carreras. En el contexto de Anoeta vimos a un equipo con pausa y recursos para jugar, pero nunca para ser el equipo sólido que se espera de este Zaragoza. Es muchas cosas y acabará siendo muchas otras, pero desde luego no es el equipo rocoso que llegó a planearse. Basta revisar un detalle para darse cuenta del mayor problema: el Real Zaragoza afrontó el partido con una zaga provisional, en el que cuatro laterales acabaron formando la línea defensiva.
Si en la línea de tres cuartos se juntan las promesas, en el carril central se concentran las dudas y urge, un mercado más, encontrar defensores de garantías.