HUESCA | La aventura no siempre empieza con una mochila. A veces comienza en una pantalla inflable plantada en mitad de la Ribagorza, sostenida por energía solar y palabras que cruzan continentes. El Vagamundos Festival, que celebrará su cuarta edición del 31 de julio al 3 de agosto en el Molino de Centenera (La Puebla de Fantova, Huesca), vuelve con un programa que mezcla cine, ciencia, exploración y memoria. No es solo un festival de viajes: es una forma de entender el territorio, el relato y la mirada.
Este año, la cita contará con la participación de figuras tan dispares como complementarias: el explorador polar Ramón Larramendi, que acaba de completar 1.500 kilómetros por Groenlandia con su Trineo de Viento; el arqueólogo y africanista Jordi Serrallonga, que sigue desenterrando humanidad allá donde pisa; y la cineasta aragonesa Gala Gracia, que lleva la raíz rural al circuito internacional sin perder su tono íntimo.
La sede, un molino restaurado que funciona con energía renovable, se convierte cada noche en un cine al aire libre. Pero no es una postal turística: es una declaración. Allí se proyectarán películas como La sombra del lobo, que aborda el desgarro cultural de los inuit; Bienvenido a la montaña, una mirada al vaciamiento rural en clave italiana; o Lo que queda de ti, de la propia Gracia, una historia de regreso que ha triunfado en festivales como Málaga, Alicante o Trento.
Pero Vagamundos no se limita a programar cine: genera conversación. Cada proyección estará precedida de un coloquio temático. No hay alfombra roja ni butacas numeradas: hay tierra, sillas plegables y preguntas que valen más que las respuestas. ¿Qué queda del Ártico más allá del hielo? ¿Quién recoge la voz de las mujeres silenciadas por décadas? ¿Cómo se documenta el presente de un pueblo que nunca abandonó el Paleolítico?
La sesión de tarde ampliará el foco con tres documentales: Anori, Inuit WindSled, sobre la expedición de Larramendi; Unua Yekete, crónica de una inmersión en la cultura hadzabe en Tanzania; y Somos memoria. La voz robada de las mujeres, donde Carmen Cuadrado y Paula Álvarez retratan a mujeres mayores que han vuelto a estudiar medio siglo después de ser obligadas a dejar la escuela.
Por las mañanas, el festival se aleja de la pantalla y propone reflexión: una charla sobre el futuro del Ártico, una masterclass sobre evolución y un concierto final a cargo de Julia Maro, que presentará su último trabajo, Graus, justo en la comarca que le da nombre.
El Molino de Centenera, gestionado por el sociólogo y aventurero Javier Selva, se ha convertido en el epicentro de una cultura del viaje que rehúye el espectáculo y busca significado. A lo largo del año, este espacio acoge actividades relacionadas con la sostenibilidad y la cultura local. Incluso ha recuperado una variedad casi extinta: el tomate rosa de montaña, ahora cultivado de forma ecológica a su alrededor.
Vagamundos cumple cuatro años con una fórmula que parecía improbable: cine minoritario, energía limpia, acceso rural y una pantalla gigante plantada entre montañas. Pero lo que parecía difícil se ha consolidado. Ya no es una rareza. Es una cita estable, comprometida y en crecimiento, que suma voluntarios, público fiel y respaldo institucional como el de la Diputación de Huesca.
No se trata solo de proyectar películas. Se trata de proyectar un tipo de mundo. Y en La Puebla de Fantova, ese mundo tiene nombre: Vagamundos.