ZARAGOZA| El Real Zaragoza venció al Racing de Ferrol en un partido triste, con tintes de pretemporada. Quizá contagiada por el rival, los de Gabi Fernández transmitieron una preocupante sensación de pasotismo, de una dejadez similar a la de quien ya no se juega nada.
En la primera jugada del encuentro, Raúl Guti asestó el primer golpe tras mandar a la red un disparo desde la frontal. Sin embargo, lo que podía parecer un monólogo zaragocista sobre el césped de A Malata se convirtió en un triste vaivén de pases horizontales y tímidos acercamientos a las áreas. Ante la visible relajación zaragocista, el Racing de Ferrol pisó levemente el acelerador, trazando combinaciones que poco amenazaron la meta de Gaetan Poussin.
No fue hasta el minuto 49 cuando dicha tenue amenaza se tradujo en el empate. Álvaro Giménez remató a placer un centro lateral, pero el tanto no subió al marcador por una falta casi telemática del punta sobre Jair Amador. Tres minutos después, Adu Ares duplicó la ventaja en favor del Real Zaragoza. El guion de partido tras el 0-2 se explicó a través del calco: el conjunto aragonés se replegó y el Racing de Ferrol trató de truncar las aspiraciones zaragocistas por medio de constantes llegadas. No obstante, el conjunto blanquillo logró defenderse y certificó una victoria sin alardes, casi impropia de un equipo con su vida en juego.
Mismo contexto, diferente intensidad
Tras superar la primera prueba de fuego, el Real Zaragoza encara un encuentro similar en muchos puntos al anterior: se mide ante otro de los equipos que ya han rubricado su descenso, el Cartagena. En el más trascendental de los duelos, el calor de La Romareda debe invitar a la intensidad y al buen fútbol, pues dicho encuentro puede dictar sentencia en lo clasificatorio y en lo emocional.