ZARAGOZA | Zaragoza volvió a situarse en el mapa del gran baloncesto continental. La capital aragonesa fue la sede de la primera de las tres Final Six acordadas con FIBA para acoger la Euroliga Femenina, y lo hizo con un aprobado alto en organización, ambiente y compromiso institucional. El USK Praga se proclamó campeón en un emocionante torneo que dejó huella en la ciudad, incluso sin representación del Casademont Zaragoza en pista.
Zaragoza ya sabía lo que era organizar una gran final europea. Desde aquella Euroliga masculina de 1995, el Príncipe Felipe no vivía un evento internacional de tal calibre. La ciudad no defraudó. Las gradas mostraron un ambiente festivo, con especial presencia de seguidores valencianos y checos, y aunque los números no alcanzaron los de la Copa de la Reina (que rozó los 60.000 asistentes en total), el calor del público fue constante en cada jornada.
El evento fue una excelente carta de presentación de cara a las próximas dos ediciones ya acordadas con la FIBA. Zaragoza demostró estar preparada para acoger el mejor baloncesto femenino del continente, con una organización modélica, una ciudad hospitalaria y un pabellón que, aunque no se llenó, latió con fuerza en los momentos clave.
La gran final: el USK Praga supo sufrir para tocar el cielo
El USK Praga se coronó campeón tras vencer por 53-66 al CBK Mersin en una final intensa y muy táctica. Con dos españolas en pista, Maite Cazorla y María Conde, las checas fueron superiores durante la mayor parte del partido, aunque vivieron momentos de apuro en un tercer cuarto en el que el equipo otomano igualó el marcador a base de defensa y empuje.
La entrenadora Natalia Hejkova —que se despide sumando su sexta Euroliga con tres equipos distintos— guió con maestría a su equipo, que salió como un torbellino (parcial inicial de 0-10), liderado por Valeriane Ayayi, autora de 14 puntos en el primer cuarto con una serie casi perfecta desde el triple. Brionna Jones fue, sin duda, la jugadora del partido: 24 puntos, 11 rebotes y 30 de valoración, sosteniendo al Praga cuando más lo necesitaba.
En la segunda mitad, Mersin apretó los dientes, igualó a 42 y llegó a colocarse a tres puntos (50-53). Pero la reacción final fue checa, y con un parcial de 3-13 en los últimos siete minutos, sentenciaron el partido y la Euroliga. El marcador final de 53-66 reflejó la madurez y el carácter de un equipo que no perdió ningún partido en Zaragoza… excepto el que jugó en fase de grupos contra el Casademont Zaragoza.
Hejkova, leyenda; Zaragoza, futuro
El triunfo del USK Praga no solo significa un nuevo título para el equipo, sino el cierre perfecto para Natalia Hejkova, que ya ganó en 2015 en Praga y ahora lo hace en Zaragoza, poniendo punto final a una carrera legendaria desde el banquillo. También supuso el estreno en el palmarés europeo de Maite Cazorla, mientras que María Conde volvió a mostrar su jerarquía en el baloncesto continental.
El torneo no estuvo exento de incidentes. En los cuartos de la Final Six, el presidente del Mersin, Serdar Çevirgen, protagonizó un lamentable altercado al invadir la pista y agredir a varios agentes de policía. Pasó la noche en el calabozo, fue sancionado económicamente, y la FIBA, de momento, no se ha pronunciado al respecto. Pese a ello, la imagen de Zaragoza como sede no se vio empañada, y el domingo volvió a lucir su mejor versión para despedir la Final Six con una gran final.

Una ciudad que ya espera la próxima edición
Este no fue un adiós, sino un hasta luego. La Euroliga Femenina regresará a Zaragoza el próximo año con la segunda de las tres Final Six acordadas. La gran esperanza es que, en alguna de ellas, el Casademont Zaragoza consiga clasificarse y la ciudad pueda volcarse del todo con su equipo, como ya ocurrió con la Copa de la Reina.
Mientras tanto, queda el orgullo de haber acogido con nota un evento de élite y haber sido, una vez más, capital del deporte europeo.