ZARAGOZA | “Carlos, cabrón, ¿qué haces todo el día metido en casa del Cholo?”. La broma se convirtió en un recurso habitual en los entrenamientos del juvenil del Atlético de Madrid. Carlos Martín, tímido y discreto, miraba a Giuliano en busca de una coartada. Los dos se entendían en el juego y en la vida y compartieron muchas tardes de fútbol en el domicilio familiar de los Simeone. Uno se imagina a Diego Pablo como un estupendo anfitrión, con las puertas de su casa abiertas para los amigos, siempre dispuesto a preparar un asado. Supongo que hay un poco de literatura en esa última escena o una hipótesis imposible de demostrar, pero lo que sí es cierto es que Carlos Martín encontró en Giuliano Simeone uno de esos hermanos que solo descubre el fútbol.
Los dos programaron juntos sus sueños de jugador. Giuliano quiso comerse el mundo y convenció a Martín de que tenía condiciones para hacer lo mismo. Como el fútbol está lleno de casualidades, ahora el sueño mejor guardado de la afición del Real Zaragoza es que ambos coincidan el próximo curso en La Romareda. No será sencillo por muchos motivos. El crecimiento de Giuliano Simeone en su primera temporada como profesional ha provocado el seguimiento de muchos equipos de Primera. Su padre reconoce que Giuliano siente un cariño muy especial por Zaragoza, pero parece complicado que eso pueda ser suficiente. Mientras se sospecha que puede actuar con el primer equipo rojiblanco en la pretemporada, Cordero y su Zaragoza han decidido esperarle.
Carlos Martín ha volado en el filial del Atlético de Madrid. Ha marcado 20 goles, ha sido el máximo responsable del ascenso a Primera RFEF y siente que su momento ha llegado. “Ahora mismo está que la rompe, descose la pelota”, le dijo a este medio uno de sus técnicos en el Atleti. Su evolución en los últimos años ha sido tan feliz que no se descarta que pueda ser una de las sorpresas de pretemporada.
Hace unos días, cuando el filial culminó su ascenso a Primera RFEF, Carlos Martín y Giuliano posaron en una fotografía memorable. Martín llevaba la camiseta del triunfo, Giuliano vestía de calle. El texto que acompañaba la imagen era simple y directo: “Siempre”. Y asumiendo que pueden volver a jugar juntos el curso que viene, es fácil que surja una duda al respecto: ¿dónde van a hacerlo?
Carlos Martín, la charla que lo cambió todo
Carlos Martín fue el primer sueño de verano en Zaragoza. Y su crecimiento admite también algunos detalles poco conocidos entre la afición de La Romareda. Martín siempre fue un jugador elegante y fino, lleno de talento y de mil recursos técnicos. Era un ocho o un diez, pero en los últimos cursos ha despuntado más cerca del área, casi como un futbolista total. Una charla cambió su suerte en sus años de juvenil. Acostumbrado a ser un secundario hasta entonces, uno de sus técnicos le defendió ante sus superiores. “Carlos Martín es un jugador de Primera División”. La respuesta fue tibia, decían que le faltaba un punto de personalidad: “No sabemos si quiere ser futbolista”. El técnico preparó su réplica: “¿Cómo que no quiere ser futbolista? Es un chico educado, sensato, muy correcto y no es un descerebrado como otros, pero claro que quiere serlo”.
El mismo técnico habló a los pocos días con Carlos Martín, que dudaba entonces de sus cualidades. No había empezado el curso como titular y le costaba entrar en la dinámica del grupo, a veces demasiado encorsetado en una banda. En esa charla, el técnico convenció a Martín de todas sus condiciones, de que tenía el potencial que solo se le asigna a algunos elegidos. Las lesiones de compañeros en la delantera propiciaron un cambio de guión. Carlos Martín se acercó al área, muy próximo a Giuliano. Y su fútbol cobró un sentido total: tuvo la portería en la cabeza y mezcló a la perfección con Simeone, como si uno pudiera acabar las frases que empieza el otro. “Lo probamos cerca del área y un día marcó un gol y al siguiente otro. Los goles se le empezaron a caer de las manos y no ha parado desde entonces”.
Carlos Martín ha destapado su juego gracias a dos factores. En el momento adecuado, encontró un técnico que entendió su talento y que creyó en él por encima de todas las cosas. El siguiente recurso se explica a través de una pequeña casualidad: las lesiones descubrieron un lugar distinto en el campo y le acercaron a Giuliano Simeone. Formaron una dupla feliz, que permitió el ascenso desde Tercera. Ya entonces Giuliano Simeone y Carlos Martín eran amigos a los que el deporte hizo hermanos para siempre.