Vuelven a resurgir los fantasmas del pasado. Tras tres derrotas consecutivas, y un punto de los últimos doce, el Real Zaragoza marca el límite de la clasificación con respecto al descenso. El equipo es 18º. Un fracaso absoluto, teniendo en cuenta las aspiraciones del pasado verano. El Extremadura venció al Córdoba la pasada jornada, y redujo la distancia con respecto al club maño a cuatro puntos. Y en la jornada 38, el Real Zaragoza visita Almendralejo…
El temor en el club y en la afición es tan cierto como justificado. El conjunto que ahora dirige Víctor Fernández ha encajado, con el gol de Germán el pasado domingo, ¡18! goles a balón parado. Un lastre con el que es muy difícil subsistir. El aficionado blanquillo comienza cada jornada con la sensación de que un córner es más peligroso que un penalti en contra.
El «efecto Víctor» se ha desvanecido. Y seguramente no sea problema del entrenador, con el que se ha visto fútbol de altura en algunas ocasiones. La plantilla está desconectada, con muestras de una apatía preocupante. Pero no hay tiempo para lamentos. El equipo debe cerrar filas, hincar los codos y trabajar como si no hubiese un mañana. De hecho, si el Real Zaragoza no logra eludir el fuerte aliento del descenso, no lo habrá.