Hace ya mas de 40 años, el magnifico director de cine, Manolo Sumers dirigió un documental con el titulo de este articulo, en el que se aproximaba a los héroes de los álbumes de cromos de su infancia, y cómo les había tratado la vida y el olvido.
Boxeadores, toreros, futbolistas, actrices…. todos ellos en la sombra de la memoria, en la ruina casi total…. ese asilo bilbaíno donde aparece Gorostiza, el extremo izquierdo de la selección española, el boxeador sonado que anda cojeando, el prodigioso divo del cine y el toreo, Nicanor Villalta, tendido en la cama y vistiéndose de luces con todo el orgullo pese a su lamentable abandono.
Pero lo lamentable es que todas esas historias siguen repitiéndose, y ya pasan del olvido o la depresión profunda, a ese pequeño paso que lleva a querer dejar de sentirse así, y ese paso es el suicidio. El suicidio es un grave problema de salud pública. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), alrededor de 800 mil personas, pierden la vida de esta manera, aparte de los muchos miles de intentos fallidos. Aunque se piensa que la mayoría de estas personas tienen algún tipo de trastorno mental, es posible que, todos o casi todos, en un momento límite, de crisis en nuestras vidas, pudiésemos llegar a tomar tal decisión.
“Te das cuenta que no formas parte de la élite cuando llegas a un restaurante y no tienes mesa reservada”. Un ex futbolista internacional afirma que un peligroso abismo separa la fama de la cotidianidad. Cuando aparece una indomable depresión, la cabeza estalla y ese paso se convierte en un muro insalvable. Cuando el famoso se separa de las luces, del reconocimiento, de las cabezas que se vuelven a su paso, les resulta complicado volver al anonimato, hacer una vida de normalidad, y encauzar los muchos años que les quedan emprendiendo otras facetas de la vida.
Del Olimpo al olvido
El médico de la Federación Española de Triatlón Julián Álvarez García responsabiliza como culpable a la sociedad de consumo: “El problema radica en que los deportistas de alta competición son elevados al Olimpo de los dioses. Tienen un enorme reconocimiento social, que desaparece cuando se retiran. Hay gente que no tolera bien ese cambio. Además, todo eso se complica con la alteración de la situación económica. Si no han administrado bien sus ingresos caen en una crisis de ansiedad”.
Algunos, incluso, no tienen ningún tipo de estudios ni de preparación, otros sin embargo, en los largos periodos de tiempo en las concentraciones, y en lo que ha durado su carrera, se han ido preparando estudios y/o inversiones, pensando en el momento de su retirada, momento que nunca tiene una fecha, ya que una grave lesión puede adelantarla meses e incluso años. El problema de la reconversión es más grave ahora, cuando el número de deportistas con triunfos internacionales es mayor y que por ello se sienten con “más razones” para exigir buenos puestos de trabajo… Y la mayoría de las veces el deportista se queda sorprendido cuando busca la incorporación a la vida normalizada porque dice que tiene muchas medallas, pero que no le valen de nada a los 30 años. Y hay que decirle que eso es muy bueno porque muchos pueden así ser populares y reconocidos, pero sólo les servirá como acompañamiento de algo que haya aprendido, de una preparación, ante un cambio de vida radical.
Algunos, además, aunque el deporte es el paradigma de la salud, han caído en las redes de anabolizantes, estimulantes, y otras sustancias tóxicas que aun les hacen caer mas deprisa en trastornos depresivos y que estos les lleven con mas facilidad a intentar quitarse la vida.
Al deportista, se le enseña a ser fuerte, a no mostrar dolor frente a un problema físico, vemos cómo les cosen a pie de campo, lo mismo que ocurre con los toreros, vemos que se recuperan de lesiones en tiempo récord, lesiones que cualquier otro mortal , tardaríamos muchos más meses en recuperarnos. Por ello les cuesta más demostrar sus sentimientos. Les vemos con un yeso, o en la cama de un hospital, y entendemos su dolor, aunque ellos le quiten importancia, pero no estamos acostumbrados a ver a un deportista triste o deprimido. ¿Por qué? Si tiene todo lo que nosotros queremos, dinero, fama, cochazos, mansiones… Pero también tiene soledad, salen de gira por un tiempo prolongado. La presión que sienten al jugar en un ambiente poco familiar, lejos de la familia y los amigos por varios meses, es difícil de tolerar.
Hay montones de ejemplos a lo largo de la historia y de todos los deportes. Recordaremos unos cuantos, algunos de los cuales, afortunadamente no lo consiguieron, tal es el caso de la alpinista Edurne Pasabán, quien explicó la frágil situación que vivió en el año 2006 cuando estuvo a punto de quitarse la vida. “Tras pasar un mes en un hospital psiquiátrico, un día caí en lo más profundo del pozo. Un día me sentí sola, tan desgraciada, me desgarraba una desesperación tan intensa que quise terminar con todo. Cogí los frascos de antidepresivos, volqué en el hueco de mi mano la máxima cantidad que pude y me los tragué. Mientras, de la manera más torpe posible, intentaba cortarme las venas de la mano izquierda”, narraba “Acto seguido, muy rápidamente, antes de que las pastillas me hicieran efecto (puesto que mi muñeca apenas sangraba) tuve tanto miedo que llamé de inmediato al teléfono de urgencias”, añadió.
Casos de impacto
En 2004, los aficionados italianos se quedaron sin uno de sus referentes en el ciclismo. Un día de San Valentín (14 de febrero) Marco Pantani apareció muerto en la habitación del hotel donde se hospedaba. La principal hipótesis apuntó a que fue un suicidio producto de una sobredosis de cocaína. El año 2009 el portero de fútbol alemán Robert Enke, conocido en España por haber sido guardameta del Tenerife y del FC Barcelona, se suicidó arrojándose a las vías del tren en un paso a nivel situado en la localidad de Neustadt am Rübenberge. Tenía 32 años y militaba en las filas del Hannover 96 de la Bundesliga alemana. Después de la autopsia se supo que Enke sufría trastornos depresivos de los que no quería hablar, ya que entendía que eso podía perjudicar su carrera deportiva. Además, tenía mucho miedo de que le quitaran a su hija adoptiva. Una serie de causas que llevaron a Enke a suicidarse.
En España tampoco nos vemos libres de tan tristes sucesos. José María Jiménez Sastre, alias “El Chava”, fue uno de los mayores talentos que dio el ciclismo español con varias victorias en la Vuelta a España. El corredor, originario de Ávila, era uno de los mejores escaladores, pero fue su retirada la que trastocó completamente su vida. “El Chava” entró en una profunda depresión, lo que le provocó una embolia que acabó con su vida en el año 2003. El cuerpo del ciclista fue encontrado en su casa de Madrid. Tenía 32 años y sólo llevaba un año retirado.
Otro caso fue el de Jesús Rollán, uno de los grandes porteros de la historia del waterpolo español. El barcelonés fue uno de los grandes talentos de la década de los 90 y fue una figura clave en la Selección Española que logró el oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996 Al igual que otros no pudo superar la retirada. Y la retirada sumada a una adicción a las drogas le hizo caer al exguardameta en una profunda depresión que acabó con su vida en 2006, a los 38 años, sólo dos años después de despedirse del waterpolo.
El boxeo español sufrió un varapalo en 1992 cuando el púgil José Manuel Urtain se suicidó. Fue uno de los mejores boxeadores españoles de la historia ganando 56 peleas. El vasco peleó en seis ocasiones por el título europeo, el cual levantó tres veces.
Un 21 de julio de 1992, Urtain, acuciado por las deudas y sin el respaldo de su mujer e hijo decidió suicidarse arrojándose por el balcón del piso donde vivía. Urtain dejó un legado a otros deportistas, al igual que los anteriores mencionados.
Ganaron premios y batallas, pero perdieron la más importante, la lucha contra ellos mismos.