Se despejaron las incógnitas: ¿cómo sería un partido sin público? ¿Cómo entraría el Huesca de nuevo en competición? ¿Haría Michel todos los cambios? ¿A quién pondría de inicio? ¿Rompería el Huesca su lamentable y horrible racha como visitante? ¿Influiría en el resultado la falta de público? ¿Funcionaría el Var? Todo se resolvió en los 193 minutos que duró el partido, que ya estuvo bien.
Más allá de hablar del cambio en la portería, (Yáñez respondió), o de hablar del árbitro, (a nadie le pareció molestarle ayer que el VAR interviniera), fijémonos en lo sucedido sobre el césped. Los primeros 45 minutos, fueron una continuación de lo visto hasta hace 3 meses: un Huesca incapaz de controlar un partido, que se le puso de cara casi sin querer, por un acertado pase de Raba y un oportuno remate de Ferreiro.
Con el partido cuesta abajo, con un rival acuciado no sólo por lo deportivo sino por tantas cosas que tiene a su alrededor, el Huesca no sólo no fue capaz de sujetar el partido, sino que dejó verlas venir ante un rival que nunca bajó los brazos. Cierto que salvo por los costados donde Tete Morente y Juanpi intentaban crear algo de peligro, el Huesca no pasaba apuros y Yáñez ni se manchaba los guantes, pero el Huesca quedó falto de profundidad, de manejo y de un orden para sobar el balón a su gusto y desquiciar al rival.
La chiquillada de Juan Carlos, impropia de un jugador de su categoría tanto que fue su primera expulsión, no hizo sino agravar la situación de un Huesca que no había disparado a puerta salvo el gol. Si el Málaga, muy a duras penas había sido capaz de sujetar al Huesca, fue más punzante tras la salida de Juan Carlos. Si el centro del campo del Huesca estaba huérfano de casi todo, imaginen con uno menos.
Antes del final, un nuevo déja vù: pérdida grosera de Sá, y penalti para el rival, dejemos al margen si dentro o fuera del área. Faltan dedos en las manos para contar los errores del portugués, no sé si por exceso de confianza o por torpeza, pero el Huesca sigue sin saber arreglar eso. Y de no dominar, de no intentar o saber matar el partido, llegó la igualdad en el marcador, uno menos sobre el césped y casi una hora por delante en inferioridad. Eso sí: igual que Raba se sacó un gran centro para el inesperado 0-1, fue capaz de obtener un penalti tan claro como tonto, que el Var atisbó y le chivó a Moreno Aragón, y con una injusta victoria por lo visto en la eternidad que duró la primera parte, el Huesca se marchó a los vestuarios.
No sé que se dijo en el vestuario, pero fue mano de santo. Michel acertó con su discurso, y con los dos primeros relevos llegado el minuto 50: asumió que la banda izquierda era un filón para Tete y probó con doble lateral. Entendió que Okazaki no había rascado bola, (tampoco le dieron ni una sola en condiciones), y colocó a Mir en su lugar. Afortunadamente, parece que los minutos de Mir en banda han pasado a la historia, menos mal. El Huesca fue mucho más equipo en inferioridad, y supo hacer caer en la trampa a los locales que devolvieron el regalo y se quedaron también con 10. Después, sin ser un alarde de fútbol, el Huesca controló, buscó el tercero aunque no tuvo excesivas ocasiones, y encontró el premio merecido, algo que fue incapaz de intentar en los primeros 45 minutos, que parecieron ser la continuación de las pesadillas de jornadas atrás de visitantes.
Ganó el Huesca que era lo importante. Actuó bien Michel, leyó lo que el partido necesitaba, aunque quizá antes podría haberle metido mano al equipo, pero lo principal fue su acierto, y que eso hizo mejorar mucho al equipo. Queda mucho trecho por andar, pero el primer paso, aunque algo titubeante ya está dado. Seguro que todos firmamos pasos así, pero si son más firmes, menos dudas habrá de que el pie tenga la caída exacta y perfecta para posarse donde debe.