ZARAGOZA | Pese a tener pie y medio lejos de La Romareda este pasado verano, Marcos Luna ha dado la vuelta a su situación de una forma excepcional. El canterano, entre los descartes de cara a esta temporada, es cada vez más merecedor de la titularidad. Desde la pretemporada, el lateral maño no ha dejado de mejorar. Con dos goles y dos asistencias en poco más de 400 minutos, su impacto en el juego del Real Zaragoza es más que notable.
Tras pasar seis meses cedido en el Real Unión, Marcos Luna regresó, entre dudas sobre su futuro, a las órdenes de Víctor Fernández. Con la llegada de Iván Calero, su continuidad en el club maño se complicó hasta el punto en que una salida parecía la mejor solución para el lateral maño. Sin embargo, Luna nunca dejó de luchar por ganarse un sitio en la plantilla del equipo de su vida. Su partido en Tarazona y un gol ante el Nástic cambiaron por completo su futuro.
En el quinto partido de la pretemporada, el Real Zaragoza se enfrentó al conjunto catalán. Francho Serrano regresaba a los terrenos de juego después de meses apartado por una lesión. No obstante, el protagonista del encuentro no fue otro que Luna. En el minuto 49, el canterano remató un saque de esquina botado por Gori para anotar el único tanto de la noche. Desde entonces, gracias también al gran nivel que mostró durante toda la temporada, se ha ido ganando poco a poco la confianza del míster.
La realidad es que el lateral está siendo uno de los jugadores más decisivos del conjunto maño. Volvió a ‘mojar’ en el estreno liguero ante el Cádiz, anotando el 0-4 definitivo. Al siguiente partido le bastó con tan solo tres minutos para asistir a Francho, que puso el 1-2 ante el Cartagena en el minuto 97. Su segunda asistencia llegó ante el Eldense, de nuevo para que un compañero, esta vez Liso, pusiera al Real Zaragoza por delante en el electrónico en un partido complicado. El pasado sábado anotó el segundo gol de los maños ante el Córdoba.
En definitiva, Luna se está ganando a la fuerza un puesto en el once titular. Esta temporada es la recompensa al trabajo duro, a no rendirse nunca, incluso cuando todo parece perdido. Marcos Luna ha demostrado sentir el zaragocismo como muy pocos. El Real Zaragoza necesita más tipos como él. El ascenso lo requiere. Luna lo merece.