El empate del Real Zaragoza en Montilivi se interpretó como una derrota. Días después, las consecuencias del encuentro ante el Girona se empiezan a calibrar. El equipo de JIM vivió y murió con Vada. Y su ausencia para las próximas citas se describe como una pequeña tragedia. El argentino ha mostrado carácter, personalidad y el afán de ser importante en La Romareda. Su gol, bien calculado desde un control que tuvo el valor de un regate, puso la victoria en bandeja. Tras el empate del Girona, no le quedó otra opción que retirarse del campo.
Cinco minutos después de marcar su primer tanto con la zurda y el cuarto de la temporada, las cámaras de la retransmisión enfocaron al argentino. Vada estiraba la zona del aductor de su pierna izquierda y pocos segundos más tarde se dirigía al banquillo. En el 79 quiso resolver de tacón una jugada en el área y un minuto después, un choque le tuvo en el suelo más tiempo del habitual. Su lesión ya era definitiva entonces y quizá explicaba los motivos de su suplencia. Tardó ocho minutos más en pedir el cambio y su rotura de fibras en el aductor se confirmó al día siguiente. Y su baja deja al Zaragoza en un estado de orfandad, sin misioneros del gol para un equipo sin instinto.
Juanjo Narváez, el otro integrante del grupo que ha repetido ante la portería, también cayó en la jornada anterior. Su lesión se agravó durante el partido ante La Ponfe, fruto de la tentativa del delantero, que quiso seguir jugando. Producto también de la poca previsión de unos servicios médicos que no se atrevieron a detenerle en el intento. En las próximas semanas, el Zaragoza afronta una cadencia de competición compleja. Mirandés, Burgos y Sporting se miden al equipo con siete días de margen.
El Zaragoza: sin Vada, sin Narváez, sin gol
Para esos partidos, con las primeras sombras sobre el cuerpo técnico, JIM busca soluciones desesperadas. En circunstancias normales no hay nada extraordinario en pedirle goles a los delanteros. Pero en este Zaragoza los tantos de los atacantes se cantarían como un acontecimiento. Frente a la ausencia de Vada y Narváez, se espera que Iván Azón le añada a su fútbol generoso y servicial un punto de pólvora. A Nano Mesa se le pide que afine en el remate y que no estropee él mismo sus mejores acciones. A Álvaro Giménez se le exige que comparezca; que acierte en sus intentos o, al menos, que dé la impresión de estar intentándolo.
La causa del gol no implica solo a los delanteros y quizá JIM espera ahora más productividad de la segunda línea. En la temporada pasada, el defecto en las áreas se compensó con un reparto más equilibrado del gol. De los futbolistas que resisten en esta plantilla Iván Azón, Adrián González, James Igbekeme, Francho Serrano, Jair Amador, Pep Chavarría, Sergio Bermejo, Carlos Vigaray e incluso Cristian Álvarez probaron la suerte del tanto. Con un poderoso inconveniente: solo los tres primeros futbolistas llegaron a repetir y ninguno superó los tres goles.
En esta campaña, solo Íñigo Eguaras y Borja Sainz han marcado los dos únicos tantos que no fueron de Vada o de Narváez. Ante un balance tan pobre, JIM ensaya una fórmula de salvación: quizá el relevo del gol se encuentre en la cantera y en nuevos registros desde la estrategia.
Para las próximas citas, es fácil hacerse una pregunta: ¿Quién va a marcar ahora los goles que este Zaragoza necesita?