Sebastián Peñaloza nacía hace 18 años en la ciudad de Medellín (Colombia). Un territorio marcado por las grandes diferencias sociales de sus habitantes. El núcleo urbano es el segundo más grande del país sudamericano con más de dos millones y medio de habitantes. De las 15 comunas en las que se divide la ciudad, Peñaloza nació en la numero 13, una de las más pobres. En la comuna de San Javier, en el barrio de Mirador de Calasanz, comenzó sus andadas como futbolista junto a sus hermanos -especialmente junto a Walter- y su madre. El cafetero creció aprendiendo a manejar el balón en los barrizales de Blanquizal. El fútbol, lo que más le unía a su hermano y lo que le hacía aislarse de la zona en la que tuvo la desgracia de vivir, se convirtió en su pasión y su puente para salir de las sombras de Medellín.
Los barrizales de Blanquizal, cercanos a su colegio, eran su hogar todos los días al término de la jornada escolare. Su talante, más estudioso y responsable que el de su hermano, le hizo un alumno decente, pero su máxima seguía siendo la misma: el fútbol. Las canchas fueron su válvula de escape. Su madre le tenía que ir a buscar a diario para llevárselo a casa a altas horas de la noche para posteriormente castigarle correa en mano por no hacerle caso. Y es que Luz Helena tenía claro los valores de obediencia que quería inculcarle al ahora ariete azulgrana: en la comuna 13, obedecer era sinónimo de sobrevivir. Y el tiempo acabó dándole la razón.
El 27 de febrero de 2013 le marcó para siempre. La vida le arrebató a su hermano cuando él no había vivido ni trece primaveras. Se encontró a su madre llorando desconsolada por la noticia, y es que su alma gemela había cometido un error que no se perdona en los suburbios de la ciudad: pisar una zona que no es la tuya. “Cruzó una frontera invisible”, fue la explicación que el propio barrio le brindó, pero que no fue suficiente para un joven Sebastián que veía como su hermano de 16 años había muerto a balazos.
Desde entonces, su vida dio un giro radical. Tras varios meses de nostalgia y de recta obediencia, en los que incluso se planteó dejar el fútbol, la vida le cambió. Una oportunidad en la Selección de Antioquia le brindó la posibilidad de fichar por el CD Estudiantil de Medellín. Allí brilló y el destello le ha llevado a la selección sub-17 colombiana, con la que se ha convertido en estrella.
En el pasado mundial sub-17, que se celebró hace apenas un año, fue el héroe de la clasificación cafetera logrando anotar 3 goles en otros tantos partidos. Esos goles se unen a los 3 que ya anotó en el sudamericano sub-17, todos ellos dedicados a la figura de su hermano. Goles que le acercan al sueño de ser jugador profesional. Goles que le hacen vislumbrar un futuro prometedor. Ahora, su desembarco en España de la mano de la SD Huesca puede cambiarlo todo. Él lo sabe y viene dispuesto a aprovechar su gran oportunidad.