La cita fue en lunes, a priori desapacible por el horario -21 horas- y ante un filial que se estaba jugando la vida en la división de plata del fútbol español. Pero el fútbol no entiende de contextos ni escenarios. La afición sabía que, una vez llegados hasta ese punto no podía dejar a su equipo, ese que tantas alegrías les había brindado durante prácticamente toda la temporada, a merced de un equipo como el FC Barcelona ‘B’. Un ambiente espectacular aquella noche del 16 de abril en El Alcoraz guiaría al Huesca a ascender a Primera, en lo que sería el origen de la gloria azulgrana.
El equipo entrenado por aquel entonces por Rubi no pasaba por su mejor momento. El balance de ocho partidos consecutivos sin ganar presagiaba un final decepcionante después de haber estado en cabeza durante todo el campeonato. Ocho encuentros sin lograr la victoria, más de dos meses de competición y el Huesca que se marchitaba en el momento más determinante de la temporada. Ni tan siquiera ante la afición, en El Alcoraz, era capaz de mostrar la cara más amable. Hasta esa noche en la que el guión cambió radicalmente.
Y este deporte siempre tiene guardado un momento especial, una acción concreta que marca el rumbo, el camino a seguir, una dentellada fruto de la ilusión y el esfuerzo por conseguir algo inimaginable. Ese día estaba marcado en el calendario como el origen de la gloria azulgrana.
El Huesca, con su once de gala
Llamó la atención en la previa la suplencia de uno de los pilares que hasta el momento había sido capital. Juan Aguilera se sentaba en el banquillo en detrimento de Sastre. Un movimiento atrevido por parte de Rubi, que parte de la afición no comprendió en la previa, pero que el tiempo acabaría dándole la razón.
A pesar de ello, los azulgranas salieron con toda la artillería y Rubi volcó todo lo que tenía sobre el césped. El once titular estuvo compuesto por Remiro en portería, línea de cuatro en defensa con Alexander, Pulido, Jair y Brezancic, centro del campo para Sastre, Melero y Moi Gómez, mientras que arriba, en punta de ataque, iniciaron Ferreiro, Cucho y Chimy Ávila.
Cuatro minutos de locura
Tras una primera parte en la que el nerviosismo y la incertidumbre harían de las suyas, el golpe llegó justo antes de la hora de juego. Alexander cometía penalti sobre Ruiz de Galarreta y Aleñá no perdonó ante Remiro desde los once metros. El Huesca iba camino de sumar su noveno partido consecutivo sin ganar. Y a partir de esa acción, todo cambió.
Jugadores y afición se percataron que había llegado el momento de la verdad. Era ahora o nunca. El sitio ideal, el momento justo, el partido que define un ascenso a la máxima categoría. Apenas tres minutos después del gol culé, el héroe de aquella noche, Chimy Ávila, asistiría a Melero para que el capitán perforara la red por decimotercera vez en esa temporada. El Alcoraz, desatado, creía más que nunca que era posible.
Un gol que marcó una nueva senda
La credibilidad del Chimy radicaba en su garra, en su entrega, en su pasión por unos colores; el azul y el grana. Y un día más, en el momento preciso, lo demostró para escribir la historia del Huesca. Tan solo cuatro minutos después del gol de Melero, era el comandante argentino quien peleaba un balón hasta la saciedad para llevarse por delante a su par que cuerpeaba con él. Alberto Varo, que defendía la meta visitante, quedó atrapado con su propio compañero y Chimy lo salvó para empujar con el alma el balón que daba la vuelta al marcador. El Alcoraz estallaba. El alivio de lograr algo que habías ansiado a lo largo de esos más de dos meses estaba al alcance. Aquel día el fondo sur sería la luz que iluminó para cambiar la dinámica y a empujar, a partir de ese momento, al equipo para subir a primera.
Los minutos fueron pasando y el Huesca demostró el carácter de los equipos que logran los ascensos. El Chimy recibió en el minuto 88 una de las ovaciones más grandes que se recuerdan en el feudo azulgrana, cuando el míster decidió darle descanso tras el trabajo incansable de aquel día. Él quizá no lo sabía, pero el argentino ya formaba parte de la historia. Porque el origen de la gloria azulgrana, se escribió en aquella noche del 16 de abril de 2018.