En el fútbol hay pocas cosas tan llamativas como el impacto de la primera impresión. Esa sensación juega ahora a favor de Valentín Vada (Santa Fé, Argentina, 1996). En su estreno en Alcorcón, marcó el gol de la victoria y celebró feliz, consciente de la importancia de un tanto que sirvió para liberar al equipo. Llevaba exactamente 10 minutos y 20 segundos sobre el césped. El tiempo suficiente para superar las expectativas que generó su fichaje.
En su presentación ante los medios, Vada articuló un discurso sencillo, que tuvo en cuenta el lugar al que llegaba: “El Real Zaragoza es un club histórico, con una hinchada caliente, tiene todo para triunfar”. Unos días más tarde, sobre el césped de Santo Domingo, lo hizo todo bien. En su intervención más celebrada, planeó el gol dos veces. Abrió el balón en exceso hacia Narváez y poco después recuperó la jugada para el centro de Chavarría. En el área, olió el fallo de Belvís hasta cazar un rechace feliz camino de la portería de Dani Jiménez.
Un perfil distinto para la media
Valentín Vada llegó a Zaragoza como muchos de los fichajes de este año, con el objetivo de relanzar su carrera. Con proyección desde su adolescencia, fue una de esas promesas que se interrumpen a menudo en la élite. Formado en el Girondins de Burdeos, su paso por el Almería y Tenerife dejó un balance irregular. A las órdenes de JIM espera ser importante, quizá porque representa un perfil distinto para el mediocampo del equipo. Aporta carácter, un punto de mala baba y remate desde la segunda línea. En un equipo con tendencia al ritmo bajo, al Zaragoza le sienta bien su fútbol canchero y pasional. “La entrega no se negocia”, añadió en su puesta de largo.
En Alcorcón, acumuló 15 intervenciones en 22 minutos de juego. Recuperó un balón en su primera acción, ganó los cuatro duelos en los que intervino de manera directa, cometió una falta y recibió otra. Sobre el césped de Santo Domingo, ejecutó siete pases sin fallo y mostró tensión competitiva en las disputas. Con tiempo para pensar y metros para correr, leyó el partido y dominó el espacio en el pasillo interior. Desde allí pudo asociarse con Narváez y Nano Mesa. Y, desde ese lugar, fabricó el gol del triunfo.
Al argentino le sentaron bien las luces de su estreno y espera prolongar ese impacto en Fuenlabrada. En la previa del partido, Juan Ignacio Martínez ensayó una definición para el argentino: Vada era “la guinda” que al Zaragoza le faltaba.